Desintoxicación de metas y sueños inalcanzables

Hola, soy Daniela, y estoy en rehabilitación para superar las metas inalcanzables. Sí, han sido años imaginándolas para luego experimentar el sufrimiento de no concretarlas. Una y otra vez, estuve repitiendo un desgastante patrón que siempre me llevó al mismo resultado: a no hacer nada. Comparto con ustedes mi experiencia por si alguien que me lee está igual de adicto (a) que yo y desea comenzar pronto con la desintoxicación.

Porrazos autoanunciados

En mi caso, la trampa del éxito fácil funcionaba más o menos así. Primero, y a veces sin quererlo incluso, mi cabeza comenzaba a generar increíbles imágenes sobre algo que quería dibujar, escribir o hacer. Y aspiraba esos sueños de perfección hasta el hartazgo en una película de alta definición donde el resultado se mostraba claro como el agua. ¡Listo! Para ese punto, las musas ya estaban conmigo y las habilidades, también. ¿Cómo me sentía? Con una confianza a prueba de balas. Como si por saber escribir, yo ya estaba lista para redactar una novela. Bendita y dulce zona de confort.

Después venía lo difícil. Tenía que meter ese gran flotador de ilusiones en una pequeña cajita llamada “lo quiero A-HO-RA, bitch”. Entonces, si se trataba de un dibujo, tomaba el lápiz y me ponía manos a la obra para inmortalizar la Mona Lisa que tenía en la cabeza. Y obvio, las cosas no salían como las había pensado – literalmente-. Primer boceto, segundo, tercero, cuarto. Un montón de intentos que tal vez no estaban tan mal, pero que daban pena si los comparaba con mi fantasía ilustrada. Más borradores, más frustración. Es algo ilógico, pero de alguna manera pensaba que si la fantasía había tomado 20 minutos en generarse dentro de mi mente, entonces, ¿serían dos horas para que se concretara en mi hoja de papel? Pues sí, así lo creía y así es como funcionaba. Con metas imposibles que nunca RACIONALIZABA. Porrazos auto anunciados, una buena excusa para llorar.

Estúpido y sensual facilismo

Si mi escalera hacia la meta tenía cinco peldaños, yo, no sé por qué, apostaba que con un buen salto llegaría a lo más alto. Y yo te invito a saltar cinco escalones cuando ni siquiera has realizado un precalentamiento. El costalazo que te das es de leyenda.

Y cuando pasaron años de rodar una y otra vez por los peldaños, un día me pregunté por qué subestimaba tanto el escalón 2, 3 y 4.  Una buena comida nunca se hace rápido, un libro no se escribe en un día y no se pueden bajar 20 kilos con un par de corridas por el parque. Pagamos hasta las ganas por un vegetal orgánico y menospreciamos la hamburguesa Mac Donalds que nos llega en 5 minutos. 

En el momento en que tomé conciencia de esto y de las cosas que me rodeaban, también comencé a ver este «camino recorrido» en las personas que admiraba. ¡Hay unos talentosos que dan ganas de cortarles las manos! Un par de líneas y hacen algo que a uno le tomaría….humm, la eternidad. Lo suyo parece fácil, pero ¿qué tuvo que pasar para llegaran a eso?¿Apretaron un botón en su cabeza y listo? Cuando medito sobre eso, a veces creo que la razón no tuvo nada que ver con la educación que esa persona recibió sobre lo que ahora la hace tan increíble. Si cuando niño te costaba sociabilizar, te vuelcas a los libros y mejoras tu ortografía. Si te persiguen, corres más rápido. Si vives con un depresivo, te vuelves más alerta e intuitivo. Y así.

Yo deseaba en grande, me emborrachaba con esos sueños y el hachazo de la realidad que me venía después era del terror, tan intenso como para botar el proyecto en el que trabajaba y añorar volver por otra jaladita de ilusiones. Porque sin fantasías revoloteando por ahí, lo único que te queda es mirar tu trabajo, reaccionar y admitir: “esto es lo que soy, esto es lo que tengo. Haré algo bueno con eso”. Eso de quejarse, de artista sufrido, tiene su encanto, pero no sirve. Por eso, lo dejé y me decidí a ser masoquista con el dolor de ser honesto con uno mismo. Él único que me ha dado un poco de paz interior y satisfacción después de tanto porrazo.

Escalera, allá voy

Todavía sigo deseando llegar al quinto peldaño. ¡Quién sabe si lo logre algún día! Tal vez, con un poco de inteligencia y perseverancia logre saltarme uno que otro peldaño, pero lo que ya no quiero es saltarme la vida. Lo hice demasiado tiempo y me perdí muchas cosas viviendo arriba, en las nubes, en el futuro, en lo que no existe. Todo esto es algo difícil porque lo de rehabilitarse de las fantasías no se logra de un día para otro, pero te digo que vale la pena si también quieres intentarlo.

Este blog me tomó dos horas de escritura, pero antes redacté dos más que me tomaron más de 3 horas y los descarté porque no me gustaron. Solo lo comento por si llegara a transmitirles la equivocada idea que escribir me sale fácil y rápido. Que tengan un feliz y real día.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.