No sé muy bien porqué hasta ayer seguía creyendo en la espontaneidad de las redes sociales, especialmente en lo que respecta a los youtubers.
El cachetazo lo recibí mientras disfrutaba de un nuevo capítulo de #NekojitaBlog, una pareja español-japonesa que vive en Tokio y comparte sus aventuras en Youtube. Ellos me encantan, sus videos son muy buenos y recuerdo que le avisé al Kóte, mi marido, que ya había un nuevo episodio disponible en su cuenta (del último no había pasado una semana). Eso a mí me sorprendía, pero él, con la neutralidad que lo caracteriza, me dijo: “Pues claro, si ellos viven de eso. Es normal que produzcan tanto video”. Y ahí fue cuando algo en mí se quebró. No sé muy bien qué es, pero seguro que sus pedazos cayeron encima de la ingenuidad que me quedaba respecto al tema. Sigue leyendo