Que el mundo sepa de ti

En este año y unos cuántos meses como profesional independiente, he aprendido varias lecciones en lo que respecta a marca personal. A ver si a ustedes también les hace sentido y pueden sacar provecho de lo que aquí les comparto 🙂

Que el mundo sepa a qué te dedicas.

¡Tan simple y tan duro a la vez!
Con tantas posibilidades a disposición, enfocarse en una o dos actividades parece algo que va totalmente contra la corriente. Sin embargo, a la hora de buscar un profesional, es probable que las empresas y potenciales clientes (incluso uno mismo) opten por un especialista, un cabrón en su área, más que al tip@ súper talentoso que no sabes dónde encasillar. Ese que las hace todas, pero no profundiza en nada.

Es que si no tienes claro lo que haces y no puedes ponerle un nombre a tu oficio, ni tus amigos y cercanos saben cómo ayudarte a conseguir trabajo 🙁

Yo misma me he visto en ese problema y he tratado de limitar mi quehacer a dos cosas: escribir y dibujar con foco en redes sociales, lo que todavía podría pecar de general. Al menos, estoy dejando afuera podstcast, youtube, hacer sitios web, y largo etéctera al que por tiempo/plata no me puedo dedicar. Erradicar el «de todo un poco» como respuesta al «¿a qué te dedicas?» es fundamental.

Y si se estaban preguntando porqué estoy escribiendo, ya tienen la respuesta en el párrafo anterior.

Que el mundo sepa cuánto amas lo que haces.

Personalmente, este es uno de los puntos que más conflictos me causa cuando promociono mi trabajo. Es la delgada línea que separa la pasión por lo que se hace con la soberbia o una imagen prefabricada de felicidad. Sin embargo, los hechos hablan. Buscando referentes, me di cuenta que a tod@s los que les va bien (léase, un buen pasar, más allá de muchos «me gusta»), gozan de un lenguaje positivo hacia lo que hacen, dando gracias continuamente por la oportunidad de dedicarse a su pasión y a quienes los apoyan en este camino.

Parece fácil expresarse así, pero créanme que no lo es.

Es que para hablar con orgullo de tu trabajo, tienes que sentirlo. Para compartir lo que haces, tiene que existir ese mínimo de autoestima que te permita defender lo tuyo o al menos, resistir el golpe de las críticas.

Como no puedes obligar a los demás a que quieran tu trabajo, no queda más que quererse y valorarse un montón. Empezar por nosotros mismos y creer que lo que se hace es digno de respeto, sin importar el nivel en que nos encontremos. Considerar tu obra como ese hijo que te salió feito, pero que tú quieres con toda tu alma porque es tuyo y lo encuentras maravilloso XD.

En este punto, no planteo negar las falencias del propio trabajo y el correspondiente proceso de aprendizaje que implica una profesión, pero enfrascarse en la perfección es un camino muy ingrato. ¿Y perfecto para quién? Si siempre, siempre, habrá alguien que encontrará pésimo lo que haces, así como otros que les parezca muy bueno. Son estos últimos los que pagarán por tus servicios y productos.

Que el mundo vea lo que haces.

Si tenemos claro que es lo que nos apasiona, o simplemente en qué queremos ocupar nuestro tiempo y energía, ahora solo nos queda compartirlo con los demás, con mensajes claros y continuos para quienes nos están observando. La tentación es grande, pero es importante evitar cambiar de rubro cuando los resultados (clientes, feedback, etc.) no aparecen en el corto plazo (3 meses al menos).

Por eso, si decidiste que lo tuyo es el Crossfit, que tus redes expelan sudor y rutinas de ejercicios para que cuando alguien esté buscando un preparador físico, tú seas el primero que aparece en su cabeza. En un ejemplo de lo contrario, realmente es muy confuso cuando alguien que dice dedicarse a la ilustración solo postea fotos de comida o tips para lucir más bella.

La trampa con este punto tiene que ver con la realidad y nuestras capacidades.

Solemos enamorarnos de nuestras ideas y proyectos porque asumimos que contar con el potencial para realizarlos es sinónimo de su manifestación en el mundo real. Es decir, que si escribimos podemos crear nuestra novela y si dibujamos, hacemos un cómic, por dar algunos ejemplos. Todas ideas que en su momento brillan en nuestras cabezas, pero que en la realidad terminan como un montón de proyectos que quedan a medio terminar, un triste testimonio de nuestra falta de profesionalismo y disciplina.

Como ya mencioné antes, solo lo que realmente haces es lo que existe, por muy buenas ideas que tengas. Y que es mejor partir de manera sencilla que hacerlo en grande para abandonar la carrera en el primer tercio.