El guardapolvo de la discordia – Lo que callan los conejos

-Por Pancracio-
¿Qué le voy a hacer? Solo soy un conejo. Por eso, y a pesar de las advertencias, seguí mordiendo el guardapolvo como si la vida se me fuera en eso. El irresistible sabor a madera pintada me atraía como un imán y apenas tenía la oportunidad, le volvía a echar una mascadita. Que conste que no soy el único, Eulalio también es adicto a la celulosa, pero a él le aguantan todo porque es el mayor, grande y peludo, y yo solo soy el guatón, el “chico”, porque soy shico.

Ayer, a eso de las 11:00 de la mañana, cuando se cumplía la séptima vez que volvía a hincarle el diente al bendito pedazo de madera, la humana que se responsabiliza por mi alimentación y otras necesidades básicas (A.K.A. CabraLesa) , se paró indignada de la silla e iracunda se dirigió hacia mí para darme un buen puntapié en el esponjoso traste. ¡Pero, oh, justicia divina!¡Oh, bendita ley de causa y efecto! Humana, ¿acaso no te gustó humillarme por redes sociales solo para contarle a todos que “era macho”? Yo lo sabía hace rato, pero tú tuviste que llevarme a la veterinaria para estar segura. La foto que publicaste sobre el hecho mostraba más de lo indecible y la vergüenza me atormenta hasta ahora. Es decir, desde hace 36 horas atrás.
Y me dio hambre otra vez. ¡Ah, perdón! ¿En qué estaba? La mujer y su ataque frustrado. Empinó la pata, erró y su pie descalzo se fue directamente contra el marco de la puerta, ahí justo en los dedos, donde más le duele a los humanos. Aún más frustrada que antes, se llevó las manos al pie herido y gritó algo así como: “¡Por la mierda…!”, palabra que me hizo recordar cómo produzco, día a día, incansablemente, ese sagrado abono que nadie parece apreciar. “¡Maltrato animal!”, aullé, pero el espécimen macho que vive con la humana solo se preocupó por el bienestar de su pareja reproductiva. Por segundos, la impotencia me llenó los ojos de lágrimas y sentí ganas de romper algo, de rebelarme y largarme para siempre, pero dos mordidas a un cubo de alfalfa que tenía cerca lograron disipar esas intensas emociones. Es que deben comprenderme, tenía hambre y solo soy un conejo. Uno gordo y chico.