En esta emocionante primera entrega, voy a tratar el tema de las entrevistas laborales, de por sí un tanto estresantes para muchos y que, curiosamente, se parecen mucho a una cita amorosa ¿Conocen a alguien que se encuentre en un proceso de selección? ¿Que haya recibido la añorada llamada para presentarse, limpiecito y bien peinado, a su entrevista laboral? Entonces, hágale el favor de etiquetarlo en esta publicación. O compartirla sutilmente entre sus amistades. ¡Aquí vamos!
1. Primer encuentro: A mostrar las mejores pilchas
¡Así es! La primera entrevista es como la primera cita amorosa. Para esta instancia, no solo usted está más arreglado que huaso para el dieciocho, sino que también lo estará su posible empleador, convocándolo a la mejor sala de toda la empresa. Ese lugar que hace gala de refinados muebles y grandes ventanales que le hacen exclamar (o al menos pensar): «Wow, ¡yo quiero trabajar aquí!». Sobre todo esa parafernalia, déjeme bajarlo de las nubes y recordarles que usted no trabajará ahí, sino en un oscuro cuchitril sobre el que hablaremos más tarde. Usted se pone su mejor traje, la empresa le muestra sus mejores instalaciones. Todo esto es solo para impresionar, no se quede con eso.
2. Usted no es el único
El empleador sabe que lo desean y por eso tuvo el descaro de no solo contactarlo a usted, sino a otros nueve sujetos dispuestos a darlo todo por ganarse su «corazón». Abrir la puerta y encontrarse con todos ellos puede ser un tanto chocante, pero lo mejor es saberlo de antemano y mantener la cabeza fría. Sonreír bastante también ayuda mucho, sin entrar en la trampa de «el que más habla, gana». Aquí es mejor ser buen observador y tomar nota de lo que se dice, especialmente de parte de su empleador. Sigue leyendo